domingo, 11 de diciembre de 2011

LA CASA DE BABEL DE URDANGARÍN

Como dice José Luis Sampedro en una entrevista concedida a Iñaki Gabilondo:" En un mundo en el que ya no hay valores y todo es mercancía, la corrupción puede explicarse porque  hay hombres - mercancía que se ofrecen a otros que están dispuestos a comprarles esa mercancía".
Eso le debió pasar a Iñaki Urdangarín. Un joven duque de la Casa Real que colocó su mercancía, es decir, vendió a unos políticos sus influencias y éstos se la compraron con el dinero de todos y a precios desorbitados.
Recuerdo que durante un viaje a Madrid, en el puente aéreo, el joven Urdangarín, sentado en un  asiento delante del mío junto a  un conseller socialista de la Generalitat , gobernada entonces por el tripartito, le decía que estaba pensando abandonar Barcelona porque le resultaba imposible "trabajar" en Cataluña con las áreas de cultura y de deportes en manos de Esquerra Republicana. El duque, no podía entender que no se aprovecharan sus "conocimientos, contactos y los valores que podía aportar", simplemente porque los republicanos le tenían vetado. He de decir que el conseller socialista me pareció que se lo sacaba de encima con buenas maneras, si bien Urdangarín se mostró como un ejecutivo agresivo pidiéndole una cita para hablar de ello en unos días.
Aquello me pareció una anécdota sorprendente, pero al poco tiempo Urdangarín se fue, no solo de Barcelona , sino de España, hasta recalar con su familia real en  Washington. Claro que antes tuvo tiempo de "vender su mercancía" en otras instancias más pro monárquicas,como los gobiernos de Baleares y la Comunidad Valenciana, a través de su fundación sin ánimo de lucro...
En la época del "pelotazo" y de las arcas de las comunidades autónomas, engañosamente llenas, los valores del joven duque tenían un punto de mira alto. Tan alto, que me ha parecido acertado que el caso de supuesta corrupción del duque de Palma , que está subjudice ,se llame "Babel" como la torre que, según la leyenda bíblica, quisieron construir con una altura que llegara hasta el cielo y Dios castigó a los hombres confundiéndoles con varias lenguas y la torre no se pudo edificar.
Ahora, el joven duque, ha puesto en tela de juicio a la familia real que debería hacer un ejercicio de transparencia sobre el destino de los millones de euros que destina el erario a su mantenimiento y así evitar las desinformaciones que se están dando, a base de afrontar el tema a golpe de comunicados confusos que aparecen en la prensa diariamente. La Casa del Rey no puede convertirse en la Casa de Babel. No nos lo merecemos.



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